25/01/2019
Las formas de vida actuales, conducen en gran medida a que las defensas propias del organismo se vean absolutamente desbordadas. Este desequilibrio continuo del cuerpo, sin una prevención adecuada, conlleva a que tarde o temprano comiencen a manifestarse enfermedades tales como diabetes, hipertensión arterial, arteriosclerosis, e incluso cáncer.
Los radicales libres son sustancias extremadamente reactivas que cumplen en el organismo la función de mantener el sistema inmunológico activo. No obstante, si su concentración es muy elevada, debido a la sobreexigencia del cuerpo en su control, atacan a los tejidos y compuestos celulares, ocasionando daños que terminan manifestándose en enfermedades.
Gran parte de los estudios científicos modernos, concuerdan en la estrecha relación entre los fenómenos de oxidación celular, producidos por los radicales libres, y la mayoría de las enfermedades que atacan al ser humano. Algunos autores afirman que más del 90% de los trastornos y enfermedades que puede padecer el organismo son atribuidas a estos peligrosos compuestos activos. La ingesta balanceada de antioxidantes permite neutralizar una elevada cantidad de radicales libres, contribuyendo en gran medida a prevenir la aparición de enfermedades y la detención de muchas otras.1-3
Un antioxidante es una molécula capaz de retardar o prevenir la oxidación de otras moléculas. En otras palabras, es una sustancia que en el caso del organismo actúa protegiéndolo, ya que detiene gran parte de los procesos de oxidación que dañan a las células.
Existen distintos tipos de antioxidantes que tiene por objetivo inhibir a diferentes formas de radicales libres. Entre ellos se destacan la vitamina C, vitamina E, coenzima Q10, minerales como el zinc y cobre, algunos flavonoides, pigmentos naturales como el beta-caroteno o la ficocianina, entre otros.
Es importante destacar que los compuestos por excelencia con mejor actividad antioxidante, son por lo general los de origen natural. A modo de ejemplo se puede mencionar el caso del beta-caroteno:
El beta-caroteno es un pigmento natural que se encuentra en gran cantidad de vegetales especialmente las de color rojo y anaranjado. En particular las microalgas Spirulina contienen entre 30 y 50 veces más beta-caroteno que la zanahoria.4 Se ha determinado experimentalmente que los beta-carotenos sintéticos (all trans) actúan en realidad como “pro-oxidantes”, es decir, dañan las células y pueden conducir al cáncer.5 Otras investigaciones sugieren que el mecanismo de pro-oxidación se produce por la mayor eficiencia de conversión del beta-caroteno sintético en vitamina A, cuya acumulación y actividad intrínseca aumenta el factor cancerígeno.1-5
Si bien la Spirulina contiene una importante cantidad y variedad de antioxidantes naturales entre los que se destacan el beta-caroteno, vitamina E, S.O.D. (enzima superóxido dismutasa, presente en mayor cantidad que cualquier otro alimento natural), ficocianinas (pigmentos azules), y minerales precursores de enzimas antioxidantes como el zinc, cobre y manganeso, existen diversos tipos de compuestos antioxidantes en la naturaleza de mayor capacidad como la coenzima Q10, la vitamina C y algunos flavonoides los cuales puede ser suministrados en forma conjunta para lograr una mejor prevención.